Con el bordado en un bolso se transmite sentimientos, fechas o acontecimientos importantes de la persona que lo usó.

La limosnera del siglo XIX es una prueba de que por encima del diseño lo que se quiere transmitir es la pertenencia y un mensaje.

Se trata de una limosnera singular, única y muy abigarrada de diferentes estilos de bordados.

Cuando en 2005 la encontramos en la buhardilla de un viejo trastero nos pareció que estábamos ante una de esas piezas únicas que son muy difíciles de encontrar a estas alturas del siglo XXI.

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La profusión de bordados es un claro ejemplo que las persona que la realizó quería demostrar que con el bordado en un bolso se transmite sentimientos.

Esta limosnera no deja apenas espacio libre de bordados. En una cara una frase en francés con una escritura algo irregular y un año 1876. Todo ello rodeado de motivos florales y aves.

En la otra cara unas ramas de palmera cruzadas con una ave en la parte superior y debajo las iniciales probablemente de la autora del bordado.

Todo el bolso a ambas caras está remarcado de borlones bordados con motivos geométricos y vegetales.

El trabajo de bordado está realizado con hilos de diferentes colores destacando los hilos de oro y plata.

En otras palabras, un repujado de motivos diferentes llevados a una limosnera parece darnos a entender algo relacionado con la vida o el origen de la dueña.

La singularidad de esta pieza es motivo suficiente para que figure en el Museo del Bolso.

 

 

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