Isabel II con su bolso hasta el final, como evidencia una de sus últimas imágenes recibiendo a la nueva primer ministra británica  Lizz Truss en Balmoral.

Muchos medios de comunicación especulan con los secretos que escondía ese misterioso bolso de la firma Launer en la que siempre aparecía la reina Isabel II con su bolso hasta el final.

Ese modelo de largas asas con un estilo clásico que Isabel lucía colgado de su brazo izquierdo y sobre el que se han vertido mucha tinta y algunos textos plagados de misterios.

La poderosa reina de Inglaterra, que ejercía su influencia en medio mundo y de la que nadie ha escrito una palabra que no sea para ensalzar su labor y su conocido mutismo en cuestiones al margen de la corona.

Isabel II que ha actuado, en determinados momentos, con dureza y la que ha vivido momentos horribles en su reinado. Ha mantenido más o menos unida a su familia, de la que en los últimos años, meses, se ha hablado y no poco.

¿Qué escondía en ese bolso?

Pero volviendo al emblemático bolso negro, el más entrañable y preferido de su amplia colección, del que era inseparable, y convertido en un icono de la misma figura de la reina, ya que no he podido encontrar apenas una sola imagen de Isabel II sin su bolso, en los últimos días, con otro complemento, el bastón que empleaba para caminar.

Unos afirman que en ese bolso apenas guardaba nada extraordinario; algunas monedas, pintalabios, una caja de polvos de maquillaje y un pañuelo.

Otros por el contrario consideran que tras el bolso se escondía un lenguaje encriptado, si lo lleva en la mano derecha significaba que quería cortar una conversación, si lo sujetaba con ambas manos, que deseaba marcharse del lugar etc..

Lo que yo creo es que dentro del bolso no había absolutamente nada, sencillamente porque todo lo que pudiera ocultar o guardar lo disponían sus ayudantes que siempre la acompañaban.

Isabel II con su bolso hasta el final es simple y llanamente un complemento de su imagen, un objeto del que no se desprendía porque sentía que le faltaba algo que siempre le acompañaba a todas partes.

De cualquier forma, y a parte de la importancia de lo que desease ocultar, lo cierto es que el bolso como complemento en sus manos se ha postulado, más si cabe, como un objeto femenino que es útil para proyectar una imagen, en este caso de dignidad, que es compatible con cualquier personaje de la vida real y en cualquier circunstancia.

La reina de Inglaterra comentó en varias ocasiones: «no me siento cómoda sin un bolso».

 

 

 

 

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