Nunca pensé que la historia del bolso en la cultura de los pueblos pudiera ser un relato tan atractivo desde el punto de vista cultural.
Ha captado nuestra atención hasta tal punto de convertirse en una prenda coleccionable y que, tras años de seguimiento y estudio, pudiera dar lugar a algo inimaginable el principio, descubrir un mundo de matices y contrastes.
La utilidad del bolso se basaba antiguamente en un contenedor de dinero o pequeños objetos, sin embargo hay constancia, de que en la corte de la Edad Media, se competía en fastuosidad a través del bolso.
En ocasiones el bolso y la riqueza en metales nobles o piedras preciosas, se convierten en un símbolo de poder.
A través del bolso se rivaliza en apariencia para remarcar una situación de privilegio económico.
La historia del bolso es larga como la propia humanidad.
Historiadores hablan de un gran morral en el que el príncipe Maximiliano I de Baviera conservaba sus pertenencias más íntimas.
El rey Luis I de Baviera, portaba una bolsa de terciopelo que adornaba con incrustaciones de piedras preciosas.
Estas costumbres de algunos soberanos sentaban tradiciones que llegaban al pueblo rivalizando en la «moda» , independientemente del sexo.
El bolso pasa a ser un complemento indispensable, especialmente para la mujer, a partir de la revolución industrial a partir del siglo XVIII.