Un bolso conmemorativo de una alianza, ese fue el motivo por el que se lanzó el bolso limosnera que pronto se haría famoso.

Se trata de un bolso conmemorativo de la alianza de Bélgica con Gran Bretaña y Francia en la Primera Guerra Mundial.

Bélgica firma el tratado

La alianza consistió en impedir o dilatar el avance alemán mientras los dos países aliados se preparaban para la batalla de Marne los días 6 al 9 de Septiembre de 1914.

Ante el deseo de Alemania de mover tropas a través del territorio belga, Alberto I pronunció la célebre  frase «esto es una nación no un camino». Alberto condujo a su ejército en la batalla del Yser, al final de la guerra y dentro de su propio territorio, Alberto entró en Bruselas como un héroe.

Con la muerte de su hermano mayor, el príncipe Balduino en 1891 (soltero de 22 años), Alberto hizo el tercero en la línea directa de sucesión al trono.

Alberto se convirtió en Conde de Flandes (y presunto heredero al trono belga), tras la muerte de su padre en 1905. Después de la muerte de su tío el rey Leopoldo II de 1909, Alberto lo sucedió al trono.

Con motivo de la alianza y la entrada de Bélgica en la I Guerra Mundial, se lanzaron proclamas de apoyo en la lucha contra el imperio alemán. Una de las manifestaciones fue plasmar ese tratado en objetos de uso común.

Una limosnera con gran simbolismo histórico

La limosnera representa un hecho muy trascendental para el Reino de Bélgica y en ese bolso, conmemorativo de una alianza, figura en una de sus caras, la imagen del rey de los belgas, Alberto I, en la otra, las banderas de los países firmantes de la alianza: Gran Bretaña, Francia y Bélgica.

El Museo del Calzado conserva uno de aquellos ejemplares como uno de los bolsos con historia más emblemáticos de sus colecciones.

 

 

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