En el interior de una caja de cartón con un dibujo policromado de la época, se nos ofreció una limosnera valenciana con delicada seda bordada.

En un principio quedamos un poco perplejos porque no habíamos encontrado nada similar hasta entones.

Una limosnera valenciana con delicada seda bordada se nos antojaba que podría deteriorarse con el uso diario.

Analizamos las limosneras del siglo XIX y efectivamente encontramos muchas referencias al uso de la seda bordada.

Los bordados se realizaban para resaltar o poner de manifiesto alguna escena o lugar determinado.

También eran frecuentes los bolsos de seda con adornos florales bordados.

Pero esta limosnera resultaba extraordinariamente bella en comparación con otras de su misma época.

El detalle de conservarla en el interior de su caja original y envuelta en papel de seda, dada a entender que era una pieza única.

Efectivamente una limosnera valenciana con delicada seda bordada tenía unas connotaciones diferentes.

Las sedas en tonos azul pastel, cosidas a puntillas realizadas a mano y bordados de flores hacia al conjunto una pieza preciosa.

En una de las solapas de la limosnera se había bordado las iniciales de su propietaria.

Nos imaginamos a una dama del siglo XIX con un miriñaque en tonos azules, llevando entre sus manos este bello bolso.

Quizás estamos, casi sin darnos cuenta, retomando caminos ya transitados.

Los bolsos vuelven y no sería extraño que pronto podamos entrar en un tiempo en que las limosneras delicadas y con estilo, puedan volver a las pasarelas.

En el bolso que presentamos se pueden admirar algunos detalles que solamente la artesanía puede concebir: cordoncillos de cierre con hilos de plata, puntillas hechas a mano ribeteando los contornos, combinaciones de colores contrastados con el fondo del tejido o la propia caja que lo conserva.

 

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